La vida de un "gamer"
Soy un “gamer
profesional”. Aparentemente la vida de un gamer profesional es fácil: comer,
jugar, dormir, hacer del dos y ganar dinero. ¿Para qué más? Para mí, ha sido
mucho más que eso, incluso, desde el comienzo ha sido un camino difícil, con
sacrificios.
He escuchado
comentarios como: “solo es sentarse a jugar” “solo es diversión” “matar
monstricos” “uno ganarse la vida sentado dando clics debe ser muy bueno” pero
no es así, la vida de un gamer profesional es más que eso, se trata de compromiso,
trabajo en equipo, habilidad, noches en vela, todo el tiempo pensando ser el
mejor entre millones de jugadores que piensan lo mismo desde sus casas,
enfrentando realidades más duras o mejores, hay quienes la mamá les lleva la
comida al ordenador y hay quienes ni siquiera viven con la mamá porque ya los
han echado de sus hogares por “no servir para nada y estar sentado todo el día
en un computador, que no le sirve para nada en la vida”.
Resumiré una de las
primeras etapas que viví para llegar a ser “gamer profesional”. Tenía 12 años,
todos mis amigos tenían computadores nuevos, había empezado la época en que los
niños de la cuadra cambiaban trompos por un mouse, la piscina por un teclado,
los atardeceres por una pantalla y los silbidos por unos audífonos. A excepción
de mí, mi mamá no tenía plata para comprarme un computador, aún habían otras
prioridades en la casa cómo revocar los muros, poner baldosas, comprar nuevas
camas, cambiar el televisor y poner parabólica. Empezábamos desde cero un nuevo
hogar sin papá, quien nos había dejado sin nada, pero esa es otra historia.
Fueron dos años los que duré visitando a mis amigos, sentándome al lado de
ellos a ver cómo jugaban el videojuego
llamado “Crossfire”, un juego de disparos el cual tenía mucha sangre y
era el tema de conversación todos los días en el colegio. Se acercaba mi
cumpleaños número catorce, aún no tenía computador, miraba a mi mamá con preocupación,
¿nunca tendré un computador? ¿Nunca podré jugar Crossfire con mis amigos? Ahí
fue cuando mi mamá entendió las ganas y el deseo que tenía por jugar, así que
me dijo que hiciera la primera comunión, y en la fiesta que hiciéramos, reuniríamos dinero para comprar el computador y así fue, la fiesta fue el 8 de diciembre
de ese año, y reuní 800mil pesos, aunque, no me alcanzaba para comprar el
computador que quería, mi mamá me ajustó endeudándose un poco con el banco y
¡compramos mi primer computador! Desde ese momento comenzó mi historia, he sido
el mejor jugador de Latinoamérica en varias ocasiones, llegando a estar en las
listas de los mejores del mundo, he
ganado millones y he viajado por Asía, Europa y Latinoamérica a causa del
juego. Lo de cómo logré llegar a ese punto, tal vez lo narre en otro escrito.
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